¿Hasta dónde puedes fiarte de la IA? Usándola sin volverte tonto.

Hoy en día parece que todo lo que sale de la IA es palabra santa. Te genera un menú, un horario, un consejo, y tú solo tienes que asentir. Pero no funciona así. La IA ayuda, sí, pero no piensa por ti. Y como te dejes llevar, acabas siguiendo planes absurdos que ni encajan con tu vida ni con tu sentido común. Aquí te voy a contar cómo uso la inteligencia artificial para organizarme, pero siempre con la cabeza puesta. Ni genuflexión tecnológica ni “la IA lo sabe todo”. La IA está para ayudarte, no para sustituirte.

Daniel Martinez

5/8/20242 min read

Hoy en día parece que todo lo que sale de la IA es palabra santa. Te genera un menú, un horario, un consejo, y tú solo tienes que asentir. Pero no funciona así. La IA ayuda, sí, pero no piensa por ti. Y como te dejes llevar, acabas siguiendo planes absurdos que ni encajan con tu vida ni con tu sentido común. Aquí te voy a contar cómo uso la inteligencia artificial para organizarme, pero siempre con la cabeza puesta. Ni genuflexión tecnológica ni “la IA lo sabe todo”. La IA está para ayudarte, no para sustituirte.

El primer error es pedirle cosas sin criterio. Si tú le pides a ChatGPT que te organice la semana y no le dices que trabajas de noche, que tienes hijos, que uno tiene actividades y que el otro no, te soltará un plan perfecto para alguien que no existe. No porque la IA falle, sino porque no puede adivinar lo que no le dices.

Por eso, primer truco: cuando pidas algo a la IA, sé claro, cuéntale tu situación real. Cuanto más concreto seas, más útil será lo que te proponga. Si tienes turnos rotativos, dile los horarios. Si hay días donde no puedes cocinar, dilo. No se lo inventa. Lo necesita.

El segundo error es creerse todo lo que propone sin cuestionarlo. Me pasó pidiéndole ideas para cenas rápidas. Me propuso cosas como “asado de pollo a baja temperatura durante cuatro horas”. Claro, perfecto si tienes la tarde libre. Ridículo si llegas a casa a las ocho de la noche. Siempre revisa lo que te da. Si ves que no encaja, no pasa nada. Ajusta, cambia, corrige.

Segundo truco: usa la IA como primer borrador, no como plan cerrado. Es un asistente, no un jefe. Toma lo que te sirva, ignora lo que no, y adapta el resto. Igual que harías si alguien te echara un cable en la vida real.

El tercer error es usarla para todo sin pensar. Hay gente que le pide a la IA qué ropa ponerse, qué comer cada día, qué ruta seguir al trabajo. Está bien automatizar tareas aburridas, pero no pierdas el control de las decisiones básicas. La IA te ahorra energía, sí, pero si delegas todo, te conviertes en un pasajero. Y luego vienen los errores tontos: confiar en horarios irreales, hacer compras absurdas, dejar pasar citas importantes.

Tercer truco: deja que la IA te sugiera, pero elige tú. Mantén el volante en tus manos.

La IA es una herramienta espectacular. Te organiza ideas, te propone soluciones, te libera de decisiones pequeñas. Pero si desconectas el cerebro, te lleva a un sitio que no era el que querías.

En crónicas de ia no se tratamos de idolatrar la IA ni de demonizarla. Se trata de usarla bien.
Como un martillo: lo coges, le das forma a lo que quieres, y cuando acabas, lo sueltas..