La IA ya está en las aulas… pero, ¿quién educa a quién?
¿La IA mejora la educación o solo maquilla sus fallos? Una reflexión realista sobre su uso en las aulas y quién debería tener el control.
Daniel Martinez
5/4/20252 min read


La inteligencia artificial ya no es ciencia ficción: está en las aulas, en los deberes, en las correcciones automáticas y hasta en el móvil de los chavales. Profesores que no entienden la tecnología y alumnos que la usan para copiar. Padres que no saben si preocuparse o rendirse.
Y mientras tanto, la educación tradicional va 30 años por detrás.
La IA puede ayudar: crear fichas, traducir, resumir textos, corregir errores. Pero también puede hacer que un niño no aprenda a redactar ni una carta, que un adolescente no sepa pensar por sí mismo, y que un profesor se limite a dar “indicaciones” en vez de enseñar.
Porque el problema no es la IA.
El problema es cómo se usa. Y quién la usa.
¿Queremos que los chavales aprendan más, o simplemente que aprueben más fácil?
¿Queremos que los profesores se adapten, o que hagan como si esto no va con ellos?
La IA puede ser una herramienta brutal.
Pero si nadie educa en cómo usarla, será otro parche más.
Como las tablets que acabaron en cajones.
Como los libros digitales que nadie abre.
Como las clases online donde nadie escucha.
La tecnología avanza.
La educación… no tanto.
Hasta ahora, el sistema educativo ha premiado a quien mejor memoriza, repite y encaja en el molde. Pero ese molde ya está roto.
La inteligencia artificial no viene a ayudar a los que memorizan bien.
Viene a dejar claro que memorizar ya no sirve para sobrevivir.
Hoy, lo que importa es saber adaptarse.
Pensar, conectar ideas, entender lo que pasa y moverse con agilidad.
Porque la IA no te quita el trabajo.
Te lo quita quien sabe usarla mejor que tú.
Y aquí está el problema real:
las escuelas siguen preparando a los chavales para un mundo que ya no existe.
Les enseñan a hacer redacciones, pero no a validar información.
A copiar fórmulas, pero no a interpretar datos.
A seguir instrucciones, pero no a cuestionarlas.
Eso no es educación.
Es una fábrica de obedientes.
¿Solución? Empezar ya.
No dentro de 5 años. No cuando haya una ley nueva.
Ahora.
Formar a los profesores en herramientas reales de IA.
Enseñar a los alumnos cómo funciona, no solo cómo usarla.
Cambiar la idea de “tarea” por la de “reto”.
Evaluar la capacidad de adaptación, no la capacidad de repetir.
Porque el futuro no va a esperar a que nos pongamos al día.
O lo adaptamos al aula, o nos pasa por encima.
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